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Encuentros interculturales en el tiempo

"Esto ocurrió hace un shunto de tiempo, cuando los ríos eran más grandes y los animales del monte vivían sin miedo, muy cerquita de los hombres"

Publicado: 2017-05-27

Un joven Kampuapiawi (antes llamados shawi), fue por un asunto de negocios a la localidad de Jeberos, en aquel entonces, a una distancia de 3 o 4 días caminando desde la boca del río “paranapura” en lo que hoy se conoce como Alto Amazonas. Al llegar, notó a una bien parecida niña-mujer que lo observaba todo el tiempo, hasta que se dio cuenta, este cruce de miradas llamó la atención del muchacho. 

Por el año de 1964 en adelante, el Perú experimentaba una fuerte migración hacia a la selva peruana (en busca de terrenos agrarios) y los amos del caucho y la shiringa aún dominaban a los pueblos del bosque.

El joven, retornó a su pueblo como que de costumbre (viajar de un lugar a otro no era nada fácil) sin embargo, empezó hacerlo más seguido. El idioma no fue una dificultad, porque usaron el castellano para comunicarse, poco a poco, la necesidad de estar juntos fue in crescendo.

El joven muchacho tenía alrededor de 18 años cuando se enamoró de una “Jeberina (Shiwirurúm)” una niña-mujer de 14 años que acaba de tener su primera menstruación. Por insistencia de los tíos y familiares más cercanos, la joven Shiwilu (un pueblo indígena natural de jeberos, en Loreto) finalmente terminó casada con el joven Kampuapiawi, quién al poco tiempo la llevó a su pueblo, a un lugar que antiguamente se llamaba “Pucallpillo” en el alto Paranapura.

“Llegar a un lugar sin hablar su idioma, su vida era bien diferente, preparar el masato, comer dos veces al día y de un solo plato entre todos, cosa que no hacía en mi casa, fueron bastantes cosas” cuenta una increíble mujer que hoy tiene 68 años y algo de carnosidad en los ojos, quien recuerda vivamente esta historia.

Encajando

Luego de un mes, la menuda mujer empezó a comprender mejor el idioma y descifrar cada uno de los códigos de comunicación de los Kampuapiavi. Un buen día el hombre salió muy temprano de casa en compañía de su tío para “Montear”(cazar animales), al internarse, el tiempo transcurrió sin novedad un poco más de cinco días.

Las mujeres Kampuapiawi, iniciaron y terminaron largas horas de conversación con la Jeberina, cada historia, cada pensamiento de vida transmitida en esas conversaciones marcaron la vida de Emerita.

La más anciana de la comunidad dijo “Por qué ya no vienen estos hombres de montear, ojalá no vengan los Shawi-Indios” (personajes que vivían en la parte más alejada de las montañas y que sólo bajaban a los pueblos para apoderarse de las mujeres y cuanto recurso había). la anciana comentaba con la voz temerosa que a ella la llevaron, tuvo dos hijos y que luego de dos años pudo huír de los hombres desnudos (tapados con diminutos taparrabos) que tenían la habilidad de usar enormes sogas de los árboles para su traslado de un lugar a otro, como hombres mono y que además tenían una dieta especial de alimentación para no perder esa habilidad.

Un profundo suspiro detiene el relato de Emérita, “si queremos todos podemos vivir en cualquier lugar, con otra comida, bebida y muy lejos de lo que conocemos. Aprendí mi tercer idioma luego de tres meses ahí, pero mi corazón se fruncía cada vez que recordaba a mi pueblo, mi casa.

Continuará…
Foto: Segundo Chuquipiondo Chota
Testimonio: Luz Emerita Chota Pizango, del pueblo Shiwilo-Kampuapiawi


Nombre de idioma
Kampunam

Escrito por

Segundo Chuquipiondo

Hago comunicación intercultural y campañas de incidencia para el cambio social.


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